lunes, 2 de abril de 2018

El grano de Plutón

A Ekain Jiménez Valencia, que me ha contado
lo del grano de Plutón, me ha pasado las fotos
del grano y me ha hecho así más de media entrada.


Parece que mucha gente se ha puesto de acuerdo en elogiar el arte de Gian Lorenzo Bernini comentando esta foto:


Últimamente la veo por todas partes. La gente se hace cruces de la maravilla que supone hacer que el frío y duro mármol parezca carne. Mirad cómo presionan los dedos de Plutón en el muslo de Proserpina. La verdad es que es impresionante.
Sin embargo, a mí eso no me parece que sea la quintaesencia y la razón de ser del arte, como dicen todos. No le quito mérito, naturalmente que no -¿cómo se lo podría quitar?- pero me parece que eso se ha llamado siempre "oficio". No es fácil, claro que no, pero se aprende.
Ya hablé de eso aquí, así que no voy a repetirme ahora.

Esta escultura, El rapto de Proserpina, es muy buena. Está muy bien, naturalmente que por las texturas que logra su autor, pero tanto o más por la composición, por el movimiento contenido y vibrante, por las tensiones enfrentadas... En fin.


El arquitecto vitoriano Ekain Jiménez estaba hace poco en la Galería Borghese de Roma y se quedó mirando atentamente esta magnífica estatua. Siendo él un gran dibujante imagino que miraría detalles, proporciones... De pronto, por la parte trasera de la estatua, la menos vista, atendida y fotografiada, le pareció ver...




Ekain Jiménez. Serie Aproximación al grano, pixel sobre pantalla

¡Un grano! ¡Una verruga! ¡Un angioma  rubí (o beso de ángel)!

Ekain no salía de su asombro. Lo primero que se planteó fue si a) ese grano había sido voluntario, hecho por Bernini aposta, o si b) había sido algo sobrevenido.

a). Grano esculpido ad hoc. ¿Por qué? Puede ser que por puro regodeo, por pura maldad, por pura broma del autor, como un detalle de mero jugueteo, como Francisco Ibáñez cuando por ejemplo dibuja un caracol leyendo o un ratón torturando a un gato en una esquina de una viñeta de Mortadelo y Filemón.
Pero no: Ekain dice que el grano es algo muy serio, que está hecho aposta como una pequeña representación alegórica de Plutón (Hades) como dios del inframundo. Plutón quiere atrapar a Proserpina (y la agarra: véanse las manos de la primera imagen) mientras que ella quiere huir de él, y el principal motivo de repulsión, según Ekain, es el grano, que Bernini esculpió conscientemente para dar asco. Si queréis, un asco metafísico: El grano en sí no es demasiado repugnante, pero es un símbolo del poder sobre el averno. Es más: Seguramente Proserpina no haya visto (aún) el grano, pero de él emana una fuerza y una maldad que la perturba y la horroriza.
El espectador (excepto Ekain) tampoco ve el grano. Pero es la esencia de todo el grupo escultórico. Es lo que le da sentido a todo. Es el secreto, la llave.

b). Grano sobrevenido. Esto podría ser por ejemplo porque al emplastecer y pintar el techo de la sala hubiera caído un pegote en la espalda de Plutón (no lo parece, y además supongo que en esos casos ni siquiera se conformarán con ponerle a la estatua una lona protectora, sino que se la llevarán temporalmente), o también porque la piedra tuviera alguna impureza que hubiera "florecido" (un carbonato o cualquier otra sal que hubiera formado una concreción que hubiera asomado por un poro de la piedra).

Ninguna de las dos hipótesis me convence. Bernini muestra a Plutón como un hombre musculoso, fuerte, sano, varonil y (¿por qué no?) hasta guapo. Si hubiera querido que nos resultara repugnante habría derrochado rasgos deformes, y no se habría conformado con ese grano imperceptible en un cuerpo hermoso.
Y si fuera una concreción o un pegote, ¿es que nadie le hace caso a esa estatua? ¿Es que nadie la limpia ni la restaura?

Ekain (que dice que es precisamente la hermosura de Plutón, su musculatura, su salud, lo que da fuerza a ese grano y hace que sea horrible) se lo quiso comentar al vigilante de la sala, por si él sabía algo.
-Scusi, hai visto che la statua ha un grano?
-Eh?
-Un grano, la statua. Ci. Guardate.
-Lasciami in pace, turista di merda. Non scherzare con il grande Bernini. Andate, súbito, presto. Vai a farti fottere.
(Esto último lo dijo juntando ya las cinco yemas de los dedos de la mano derecha y sacudiendo todo el brazo).
Ekain hizo las fotos que he puesto más arriba y se alejó.
Él sigue sosteniendo que es un detalle voluntario de Bernini que justifica el asco y el miedo de Proserpina. Yo no sé qué pensar, así que pienso en el sabio, el tonto y el dedo.

Dice el proverbio chino que cuando el sabio señala el cielo el tonto mira el dedo. Bien, pues Ekain y yo somos tontos. (Perdona, Ekain).
Un sabio astrofísico nos está explicando y señalando con el dedo la precesión de Venus, la nutación de las Pléyades, el movimiento retrógrado de Andrómeda, las conjunciones superiores e inferiores, la oposición, el periastro y la línea de los ápsides y nosotros nos decimos: "Qué uña más fea tiene". "Y qué sucia".
Sí, amigos, así somos. Y no digo yo que tengáis que ser así vosotros también, pero no está tan mal. Todo el mundo dice cosas estupendas (y justas, y apropiadas) sobre esta estatua, que como todas las grandes obras de arte es inagotable. Pero a veces alguien ve un grano y lo dice; se fija en lo que no toca y casi siempre pierde el tiempo y gasta sus energías en vano, señalando detalles estúpidos y andando caminos estériles.

¿Pero por qué no? Ante tanta gente que dice cosas trascendentes y estupendas y que soslaya el grano porque es una idiotez y además no le cuadra, porque se sale de su esquema y se lo estropea, algunos tontos señalamos el grano. Y reescribimos la mitología a nuestra estúpida manera.

A Venus le daba cosica que Plutón estuviera tan solo y tan triste y mandó a Cupido a que le lanzara una flecha. Se la lanzó y le puso a cien.
Proserpina, hija de Júpiter y de Ceres, era una joven bellísima y en ese momento tan inoportuno estaba bañándose en el lago Pergusa, en Sicilia. Plutón salió del Etna en erupción (en erupción más Plutón que el Etna) y la raptó.
De la herida de la flecha a Plutón le había salido una cosa en la espalda (otra erupción) que a Proserpina le daba muchísimo asco. Ella se defendió como pudo, pero Plutón era más fuerte y se la llevó al Hades.
Ceres, la madre de Proserpina, montó un escándalo. Se declaró en huelga y las frutas, verduras, cereales y hortalizas dejaron de crecer. Júpiter se preocupó, pero no tanto por su hija Proserpina (tenía muchísimas y ni llevaba ya la cuenta) como porque la loca de Ceres lo estaba convirtiendo todo en desierto, así que le dio un toque a Plutón para que soltara a la muchacha.
Pero Plutón le dijo a Júpiter que Proserpina había comido ya los seis granos (¡granos!) de granada, así que ya era su esposa y viviría con él. Regatearon y quedaron en un nipatí nipamí, así que Proserpina viviría seis meses al año en el Hades con Plutón y su grano y los otros seis en la superficie de la tierra con su madre.
Y a Plutón le brota la felicidad desbocada cuando vuelve Proserpina, y el grano (grano, verruga, angioma rubí -o beso de ángel-, semilla de granada...) le crece y crece en la espalda durante el otoño y el invierno, mientras mueren los del mundo exterior, y cuando su mujer se le va en primavera el grano decae y desaparece, mientras surgen a millones los de allí afuera.

La conclusión o moraleja no la sé. No tengo ni idea. Solo puedo decir que si el grano de Plutón es definitivamente de granada más le valdría ducharse.

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